Ya nos conocemos desde hace algún tiempo, y ya se imaginarán como he sido este año: ni buena ni mala, sino todo lo contrario. Pasando revista por este año de crisis, de la presidencia de Obama, de la muerte de Michael Jackson, de la gripe A, del aniversario de la caída del muro de Berlin, de la polémica del aborto, de Kaká y de Cristiano Ronaldo, del oscar para Penélope Cruz, de los JJOO para Río de Janeiro, de desgracias naturales, de muertes y asesinatos, de guerras en Oriente Medio y de la operación de Belén Esteban, me he dado cuenta de que lo cierto es que, en lo que a mi me concierne, este fue un año raro, lleno de sorpresas -no siempre buenas -pero sorpresas al fin.
El que se va fue un año difícil en muchos aspectos, pero también de muchas lecciones y de mucho crecimiento personal (ya saben Ustedes que yo aprendo más en tiempos de guerra que de paz). Hubo, como siempre, un poco de todo: muchas alegrías, pero también lágrimas, nuevos amigos, amigos de los viejos pero con nuevos rumbos, nuevos estudios, viajes y lugares que nunca pensé que descubriría, batallas con gente que no esperaba, desilusiones e ilusiones, miles de besos y de sonrisas, mi primer "trabajo" y mis primeros pasos hacia la independencia, y miles de cosas que seguro que me dejo en el tintero, pero qué les voy a contar, seguro que sus Majestades ya lo saben.
Por eso ahora solo me queda agradecerles el año que se está yendo. Porque detrás de las lágrimas que hubo (de felicidad y de tristeza) siempre quedó un aprendizaje más, porque al final lo que cuenta es levantarte cuando te caes, pues aprender implica tropezarse y lo más gratificante es darte cuenta de que estás creciendo, de lo malo sacar fuerzas nuevas y de lo bueno llevarte una sonrisa.
Esta carta es para dar las gracias, por todo y a pesar de todo y, si me permiten, para hacerles unas cuantas peticiones: una caja de sonrisas para seguir adelante, un saco de cariño, un paquete de tiempo libre para ver crecer a Lucía, 3 o 4 bolsas de paciencia para aguantarme a mi misma, 1 barril de seguridad y valentía para afrontar el nuevo año que me espera, 1 kg de suerte para los exámenes y mucha felicidad para los que me rodean. Espero que no sea mucho, si no, me conformo con lo último.
Muchas gracias, y ya saben donde pueden encontrarme para lo que se les ofrezca.
Por eso ahora solo me queda agradecerles el año que se está yendo. Porque detrás de las lágrimas que hubo (de felicidad y de tristeza) siempre quedó un aprendizaje más, porque al final lo que cuenta es levantarte cuando te caes, pues aprender implica tropezarse y lo más gratificante es darte cuenta de que estás creciendo, de lo malo sacar fuerzas nuevas y de lo bueno llevarte una sonrisa.
Esta carta es para dar las gracias, por todo y a pesar de todo y, si me permiten, para hacerles unas cuantas peticiones: una caja de sonrisas para seguir adelante, un saco de cariño, un paquete de tiempo libre para ver crecer a Lucía, 3 o 4 bolsas de paciencia para aguantarme a mi misma, 1 barril de seguridad y valentía para afrontar el nuevo año que me espera, 1 kg de suerte para los exámenes y mucha felicidad para los que me rodean. Espero que no sea mucho, si no, me conformo con lo último.
Muchas gracias, y ya saben donde pueden encontrarme para lo que se les ofrezca.
Feliz Navidad.
